El canturreo del pasillo, reposa en ella.
Más allá, se esconde la mordiente tristeza.
Se calienta la hojarasca, terminando en soplidos.
Las voces, introspectivamente sangran,
El paisaje, se revuelca en el olvido.
En el de repente, un saludo cordial, aplasta las
nubes,
Los ovacionados, pegaron la retirada,
Instalados en la profundidad del reloj, estrenan
señales.
La historia, suele llorar.
El tiempo fanfarronea,
Ellos, sobreviviendo al pasillo, son estampa en
aquella puerta blanca.
Lic. Selva A.E Simón
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