viernes, 11 de diciembre de 2015

Un tema caliente.....

La importancia de la evaluación como proceso de aprendizaje. Reflexiones para los Docentes.

Lic. Prof. Miriam Giambuzzi
Mgiambuzzi gmail.com

Resumen

La evaluación  nos permite señalar las distintas concepciones que se tienen sobre la sociedad, la escuela, la educación, sobre la tarea docente.
Más importante que evaluar y qué evaluar correctamente, es saber al servicio de qué personas y de qué valores se pone la evaluación. Dado que la evaluación es más un proceso ético que una actividad técnica.
Todos los  aprendizajes están condicionados  por el ambiente o su contexto de aprendizaje y por su propia  motivación.
El aprendizaje no se realiza en forma mecánica, esto es lo que hay que destacar. No son sencillos y lineales estos  procesos de enseñanza y  aprendizaje.
La evaluación debiera ser un medio para conocer, compartir y entender, este maravilloso proceso de enseñar y aprender el cual nos permite transcender en la otredad aceptando la diversidad.


Palabras claves: evaluación- educación- aprendizaje



La importancia de la evaluación como proceso de aprendizaje.

En estos últimos años, a mi criterio, la escuela resulta el lugar donde más se evalúa pero es el mismo lugar donde los cambios se hacen más lentamente. Pero la evaluación tiene amplias dimensiones, y es necesario saber que se pretende de ella.
David Nevo (1986) plantea diez dimensiones de la evaluación educativa. Cada una resulta una inagotable fuente de preocupaciones y cuestiones no siempre clarificadas.

1.     ¿Cómo se define la evaluación?
2.     ¿Cuáles son las funciones de la evaluación?
3.     ¿Cuáles son los objetos de la evaluación?
4.     ¿Qué tipos de información deberían ser recogidos en la contemplación de cada objeto?
5.     ¿Qué criterios deberían ser usados para juzgar el mérito y el valor de un objeto evaluado?
6.     ¿Para quién se realiza la evaluación?
7.     ¿Cuál es el proceso para realizar una evaluación?
8.     ¿Qué métodos de indagación deberían ser usados en la evaluación?
9.     ¿Quién debe realizar la evaluación?
10. ¿Bajo que patrones debería ser juzgada una evaluación?

Todos estos aspectos tratan un amplio panorama de interrogantes sobre que comprobar en la evaluación que se toma a los alumnos.
“La evaluación educativa es un proceso que, en parte, nos ayuda a determinar si lo que hacemos en las escuelas está contribuyendo a conseguir los fines valiosos o si es antiético a estos fines. Que hay diferentes versiones de lo valioso es indudablemente verdad. Es uno de los factores que hace a la educación más compleja que la medicina…” (Eisner, 1985).
Pero la evaluación, es un proceso que pone en cuestión todas nuestras concepciones sobre la enseñanza y la educación.  La evaluación se convierte en la estructura formal del ámbito  áulico. Todo sucede en virtud de las expectativas y de las consecuencias de la evaluación. Por un lado, los padres  en la mayoría de los casos dan valor a las calificaciones más que al aprendizaje y al esfuerzo; y la sociedad presta menos atención al saber real que a los  diplomas  y calificaciones que acreditan la permanencia  y el éxito de la escuela.
“De esta forma la evaluación en lugar de ser un instrumento al servicio de un sistema de enseñanza se convierte en una finalidad que somete y modela al resto de los elementos. Cuando la evaluación adquiere un valor final, el sistema genera una dinámica que se aleja de los objetivos de formación. Todo se vicia, se distorsiona, se disfuncionaliza” (Pérez Gómez, 1988).
La evaluación es un ejercicio fundamental de comprensión. Para evaluar hay que comprender. La evaluación permite que el docente comprenda que tipo de procesos realiza el alumno. Que es lo que ha comprendido y qué es lo que ha asimilado.
Más importante que evaluar y qué evaluar correctamente, es saber al servicio de qué personas y de qué valores se pone la evaluación. Dado que la evaluación es más un proceso ético que una actividad técnica.
El alumno aprende todo aquello que es capaz de asimilar en un determinado momento. Todo lo que aprende esta en función de lo que ya sabe, de su experiencia, de las expectativas y motivos,  y de  sus deseos. Todos los  aprendizajes están condicionados  por el ambiente o su contexto de aprendizaje y por su propia  motivación.
El aprendizaje no se realiza en forma mecánica, esto es lo que hay que señalar. No son sencillos y lineales estos  procesos de enseñanza y  aprendizaje.
La evaluación de cada educando lleva aparejado su propio ritmo de estudio y de maduración. Este ritmo no es homogéneo para todos los alumnos ni para un mismo alumno en todas sus etapas.
Según Tavernier, (1987), “lejos de ser un modelado pasivo, el aprendizaje significa una asimilación en extremo selectiva de las diversas informaciones procedentes del medio, conectadas entre sí de una manera extraordinariamente personal”.
Por otra parte, de la propia experiencia del  trabajo diario,  del día a día en el aula, se que no resulta fácil poner en marcha procesos de cambios que faciliten una mejora. Nuestro ámbito escolar presenta grandes dificultades arraigadas, más bien anquilosadas que entorpecen la práctica profesional y el contexto organizativo de la escuela. Por ejemplo: la escasez de tiempo, falta de motivación, individualismo profesional, la rutinización institucional, la inversión educativa y  algunas  políticas educativas.
Sería muy interesante pensar en una ruptura hegemónica de la inquietud evaluadora, es decir solo se evalúa al alumno. Esta dimensión jerárquica de la evaluación solo del alumno que no involucra todo el contexto y proceso,  es la que se  debería repensar, con que otras preocupaciones e interrogantes más justos y ambiciosos tendrían que contar la evaluación.
De mitos pedagógicos arraigados no pueden surgir los cambios, el docente seguirá evaluando repitiendo sus rutinas y demandará de los alumnos los cambios que él no está dispuesto a poner en práctica. Sencillamente la evaluación debiera ser un medio para conocer, compartir y entender, este maravilloso proceso de enseñar y aprender el cual nos permite transcender en la otredad aceptando la diversidad.




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