de Patricio Massa
Fue un impacto sonoro, imposible de no escuchar.
La madrugada lo amplificó aún más.
La bruma no dejaba ver en imágenes la escena, pero se apreciaba en el ambiente un aroma trágico.
No se escuchaban sirenas, ni curiosos se acercaban alrededor.
Los primeros rayos del sol dieron luz a tanta oscuridad, y dejaron ver el cuerpo de aquel hombre abatido, caminando en soledad por la ribera.
Había elegido el lugar y el modo, para hacerlo.
No necesitó respuestas; ni afirmaciones; ni negaciones. Tan solo necesitó darse cuenta que jamás iba a ser amado por aquella Mujer…
Aquello que se escuchó como un disparo, fue el estruendo del silencio por un amor que nunca fue… que no será...
El lamento angustiante de su alma quedo tallado en aquel sauce para siempre…
“Las musas se alojaron en mi alma y desde allí hacen saber en palabras los secretos de amor que guarda mi herido corazón... Se desprenden llevando parte de mi...para hacerte saber cuánto te amo”
Aquellas palabras quedaron flotando en el aire del lugar.
Noche a Noche, se escucha el silencio cerca de sauce, que recuerda con su llanto la tristeza de aquel instante.
Pronto la corteza cubrirá las palabras talladas.
Pero el tiempo no quitará aquella Mujer tallada en el corazón de aquel Hombre.
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